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viernes, 20 de octubre de 2017

Estás escribiendo y te interrumpen, ¿cuál es tu reacción más habitual?




Estás concentradísimo escribiendo. Te encuentras en uno de esos días en que la inspiración se desborda y pareciera que te emana por todos los poros de tu cuerpo, pero… de pronto alguien o algo te interrumpe. ¿Te ha pasado alguna vez?

Hace poco tuve la oportunidad de volver a ver el clásico de terror dirigido por Stanley Kubrick, “El resplandor”. Resumiendo, trata sobre un escritor, Jack Torrance, que acepta irse a cuidar un hotel situado en un lugar aislado durante los meses que dura el invierno. Acepta principalmente porque quiere aprovechar ese tiempo de reclusión para escribir. El hotel estaría totalmente desierto excepto por él, su mujer —Wendy—, y su hijo —Danny. Pero pronto comienzan a suceder cosas extrañas que revelan que hay una historia muy oscura en el pasado de aquel establecimiento. Eso unido a que tanto tiempo de encierro comienza a trastornar al escritor haciéndolo perder toda noción de la realidad.

Una escena de esta película llamó especialmente mi atención y a pesar de ser de terror, el ambiente muy lúgubre y la tensión cada vez mayor, no pude evitar desternillarme de la risa cuando la vi. Es la escena en que la mujer de Jack Torrance lo interrumpe precisamente cuando está teniendo un momento de inspiración. Me dio risa no por la crudeza del evento en sí, sino porque me identifiqué un poco con la situación y recordé cuánto me molesta que me distraigan cuando estoy escribiendo.



— Lo que sigue es un resumen de la escena de “El Resplandor” —


El sonido de las teclas de la máquina de escribir rompe el silencio en el amplio salón del hotel desierto. Jack Torrance parece muy concentrado mientras escribe una de las páginas de la historia en la que ha estado trabajando últimamente. Su esposa, Wendy, se le acerca:

—Hola, cariño, ¿Cómo va eso?

Jack deja de teclear. Ella lo besa y se queda de pie a su lado.

—Bien… —responde él secamente y retira de un tirón la hoja del rodillo de la máquina de escribir.

—¿Has escrito mucho hoy? —Su voz es aguda y cariñosa.

—Sí…

—¡Oye!, el pronóstico del tiempo dice que nevará hoy. —Ella sonríe.



Él se le queda mirando por unos segundos, con cara de pocos amigos. Se pregunta por qué ella mantiene esa estúpida sonrisa.

—¿Qué quieres que haga respecto a eso? —dice en voz baja, conteniéndose.

—¡Ah! Vamos, amor, no seas tan gruñón.

—No es que sea gruñón... es que quiero terminar mi trabajo. —Disfraza la ira con una sonrisa.



—Sí, claro… ya entendí —dice Wendy, sonriendo—. Volveré más tarde y traeré unas sándwiches. Así tal vez me dejes leer algo de lo que has escrito.

Jack la calcina con la mirada. Entrecierra los ojos y se voltea hacia la máquina de escribir.

—Wendy —carraspea—, déjame explicarte algo. Cada vez que vienes aquí y me interrumpes, rompes mi concentración. ¡Estás distrayéndome! —Mientras dice esto se da una palmada en la frente. A seguir, toma el grupo de hojas que había escrito y las hace trizas—. Y siempre me toma mucho tiempo volver al punto en el que estaba —Tira los trozos de papel al suelo—, ¿entiendes?




Ella lo observa con cara de susto.

—Sí… —susurra. Ya no ríe.

—Bueno, entonces implantaremos una nueva regla. Cuando yo esté aquí… —Se pasa la mano por la cabeza— y escuches que estoy tecleando… —Con cara de burla y una sonrisa irónica, presiona vigorosamente algunas teclas— o aunque no me escuches teclear o lo que rayos me escuches hacer aquí, mientras esté aquí, eso significa que estoy trabajando y significa que: ¡no puedes entrar! —Bajando la voz y lanzándole una mirada inquisitiva— ¿Crees que puedas entenderlo?

—Sí… —dice Wendy cada vez más perturbada. Da la impresión de que en cualquier momento estallará en lágrimas.

—Bien… —Le señala el camino por donde había venido— ¿Por qué no empezamos ahora y te vas al diablo?— Finge una sonrisa.

—Claro… —contesta Wendy aún en shock.

Da media vuelta y se marcha, cabizbaja.  


— Fin de la escena —


Por supuesto, la anterior situación es un ejemplo llevado al extremo de lo que significa para un escritor que lo interrumpan mientras trabaja.

Muchas veces quien interrumpe (amigos, familiares, etc.) no lo hace a propósito. Por lo general se debe al hecho de que no entienden que para un escritor la concentración y la paz son muy importantes.

Escribir y posteriormente revisar lo que se ha hecho son actividades que requieren mucha atención. Un ejemplo: estás buscando un término exacto, ese que le dará el toque de gracia a aquel párrafo o relato que estás a punto de terminar, y de momento te interrumpen pidiéndote o diciéndote algo. Se rompe la magia. Ese ambiente que lograste crear se esfuma.

Ese momento del día en el que decidimos sentarnos a escribir debería ser sagrado y en buena forma, ¡jamás como lo hizo Jack Torrance!, deberíamos hacerle entender a nuestros familiares y amigos que necesitamos toda la tranquilidad posible.


¿Te han interrumpido alguna vez cuando más concentrad@ estabas? ¿Cuál es tu reacción más habitual?


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